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"Me encantó ese guion. Me dejaron leerlo. Me encerraron en una oficina vacía en, no sé, los terrenos de un estudio. Firmé un acuerdo de confidencialidad. Estaba impreso en negro, en papel carmesí, así que no se podía fotocopiar ni sacarlo a escondidas sin llamar la atención", dijo Fraser. "O sea, era Shakespeare en el espacio. Era un guion realmente bueno. De verdad que lo era. Pero sí, me consideraron. Hice una prueba de pantalla. Me puse el traje del grandullón".
Fraser señaló que, a pesar de la emoción de ser candidato a uno de los papeles más duraderos de Hollywood, finalmente sintió que no era el momento adecuado. El peso de convertirse en el próximo Superman en pantalla —una imagen que quedará para siempre en el imaginario público, ligada a los actores que ya han llevado la capa— era algo que sentía que debía asumir plenamente.
"No sé si estaba listo para asumirlo entonces", explicó. "Es decir, sentí que sí, porque, ya sabes, era una gran oportunidad y emoción, etcétera. Pero no lo sé". Como dijo una vez [Terry George]: "Si no es para ti, te pasará de largo" [...] y no lo fue para mí.
Sus reflexiones ofrecen una visión excepcional de un gran proyecto de superhéroes que se estancó antes de llegar a producción: una película largamente debatida por su audaz reinterpretación de la historia de Superman. La mesurada evaluación de Fraser también aporta una perspectiva íntima y humana sobre las exigencias de asumir un papel tan icónico en un momento crucial en la carrera de un actor.
Mientras Fraser revisita capítulos anteriores de su filmografía, el público también podrá verlo reunirse con Rachel Weisz, quienes retoman sus papeles originales de Rick y Evelyn O'Connell en la cuarta entrega de la franquicia cinematográfica de "La Momia", lo que marca el regreso a los papeles aventureros que ayudaron a consolidar a ambos actores como nombres conocidos.
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